Ejemplo 7
José Antonio Páez

Poco respetuoso con la cadena de mando y con cierta tendencia a extralimitarse en sus funciones como comandante en jefe del departamento de Venezuela, José Antonio Páez terminó liderando a partir de 1826 «la Cosiata», movimiento separatista venezolano que conduciría en 1830 a la desmembración de la Gran Colombia. El mismo Páez dirigió la transición a la nueva Venezuela independiente, que se constituyó en República (la cuarta) y lo eligió como primer presidente (1831-1835). Reelegido para el período 1839-1843, el peso de su inmensa influencia política se dejaría sentir hasta 1847, e incluso en los tiempos del «Monagato» (1847-1858) y la Guerra Federal (1859-1863), etapas en que los liberales intensificaron la lucha contra la conformación conservadora que Páez había impreso a la República.
uy lejos de la Caracas criolla de ímpetus revolucionarios y asideros conservadores de finales del siglo XVIII, José Antonio Páez nació en Curpa, en el actual Estado de Portuguesa, el 13 de junio de 1790. Descendiente de canarios, era hijo de Juan Victorio Páez y María Violante Herrera, ambos de fortuna muy escasa. La familia se encontraba más bien desarticulada; el padre vivía en la ciudad de Guanare y trabajaba para el gobierno colonial en un estanco de tabaco, mientras la madre iba asignando destinos a sus ocho hijos.
Cuando tenía ocho años de edad, Páez fue enviado por su madre a estudiar en una pequeña escuela de Guama. Obviamente, las letras no alentaban las expectativas de aquella familia, pues la colonia no reservaba muchos derechos para las clases desposeídas. Sin embargo, nada de esto sería impedimento para que su hijo se formara en aquello por lo cual se distinguiría. La escuela de Páez fue la que ofrecían los Llanos de Apure, y su estirpe era la del llanero. Grandes extensiones de tierras con vastos pastizales húmedos, secos o inundados, según la temporada, componían el paisaje de esta especie de hombres, cuya actividad era lidiar con las bestias del ganado caballar y vacuno en un horizonte que sólo se comprendía a sí mismo.
Huyendo de un incidente que le costó la vida a un bandido que quería asaltarle, Páez se internó en los Llanos y se empleó como peón en el hato de La Calzada, propiedad de Manuel Pulido. Bajo las órdenes del negro Manuelote, esclavo de Pulido y capataz de la hacienda, aprendió todo aquello que un llanero debe saber: ojear el ganado, medirse en el rodeo, armar la yunta, herrar, enlazar, colear. Para todo ello tuvo que aprender a montar de forma tal que su cuerpo se fusionara con la bestia hasta parecer un centauro. "Imagínese el lector cuán duro debía ser el aprendizaje de semejante vida (diría Páez en su autobiografía), que sólo podía resistir el hombre de robusta complexión o que se había acostumbrado desde muy joven. [...] Mi cuerpo, a fuerza de golpes, se volvió de hierro, y mi alma adquirió, con las adversidades en los primeros años, ese temple que la educación más esmerada difícilmente habría podido darle."
La ganadería se había convertido en ese entonces en un sustituto importante del arruinado comercio del cacao, y ello atrajo a muchos comerciantes a fundar haciendas allí donde conseguían rodear a unas cuantas bestias salvajes. Tal era el caso de Manuel Pulido y sería también el de Páez, a quien Pulido le ofreció la posibilidad de ayudarle en la comercialización del ganado en el hato del Paguey. Fue tal la destreza que adquirió Páez en esta actividad que decidió independizarse, conquistar sus propias tierras y vender su propio ganado.
Comenzó entonces una nueva vida para José Antonio Páez, que no abandonaría jamás. Cuando todavía ejercía de pequeño comerciante, en uno de sus acostumbrados recorridos de Acarigua a Barinas, conoció en el pueblo de Canaguá a Dominga Ortiz Orzúa, huérfana de diecisiete años con quien se casó en esa ciudad en julio de 1809. La vida conyugal se vería interrumpida por causa de la llamada Gran Guerra iniciada en 1811, y se nutriría únicamente de encuentros infrecuentes hasta 1821, año en que apareció Barbarita Nieves en la vida del futuro caudillo. Dos hijos nacieron del vientre de doña Dominga: Manuel Antonio y María del Rosario.
Como tantos otros venezolanos, Páez había permanecido ajeno a la intentona independentista del precursor Francisco de Miranda, que había encabezado en 1806 dos expediciones militares fracasadas al poco de desembarcar. Dos años después, sin embargo, las circunstancias históricas llevaron a una coyuntura mucho más favorable para aquellos criollos que aspiraban a la independencia: en 1808, Napoleón invadió España y obligó al monarca español a abdicar en favor de su hermano, José I Bonaparte.
Ello desató la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), conflicto que fue en gran medida una desgastadora guerra de guerrillas alimentada por el rechazo popular al rey francés, cuya autoridad fue contestada con el establecimiento en Sevilla de una Junta Suprema de España e Indias, relevada en 1810 por el Consejo de Regencia de Cádiz. El vacío de poder en la metrópoli fue aprovechado por los múltiples grupos que, desde variados puntos de la geografía hispanoamericana, venían conspirando por la independencia de las colonias.
En la Capitanía General de Venezuela, el golpe de mano tuvo lugar el 19 de abril de 1810: el capitán general de Venezuela, Vicente Emparan, hubo de renunciar a su autoridad en beneficio de la nueva Junta Suprema de Venezuela, teóricamente subordinada al Consejo de Regencia de Cádiz y, por ende, al depuesto monarca español Fernando VII. En la práctica, y a instancias de la Sociedad Patriótica fundada por Francisco de Miranda, el Congreso Constituyente convocado un año después proclamó la independencia de Venezuela (5 de julio de 1811) y emprendió la redacción y sanción de una Constitución Federal.
l regreso de José Antonio Páez a los Llanos se produjo en 1813; en 1814 se trasladó a Mérida, donde permaneció hasta septiembre del mismo año, cuando volvió nuevamente a los Llanos. No saldría de este territorio hasta 1818, cuando sumó sus tropas a las del ejército del futuro «Libertador de América», Simón Bolívar, que había relevado a Miranda en el liderazgo del movimiento independentista. Páez, se dice, siempre estuvo enfrentado contra los realistas, con independencia de que los intereses que lo movilizaran tendieran, en un principio, más hacia la defensa de los territorios que hacia la llamada causa emancipadora.
Reclutado y prófugo del batallón realista a cargo de Antonio Tíscar en 1813, Páez logró armar progresivamente un poderoso ejército patriota que ya para 1818 era una de las principales fuerzas con las que contaban los independentistas. La estrategia de reclutamiento era la de ofrecer tierras a cambio de lealtad militar; esta táctica se convirtió en una de las armas más poderosas a favor de la definitiva obtención de la independencia en 1821, pero también fue lo que permitió a Páez convertirse en uno de los principales latifundistas del país.
Hasta 1816, las batallas libradas por José Antonio Páez como capitán de caballería perseguían sólo el propósito de la defensa y conquista de nuevos territorios; la batalla de las Matas Guerrereñas, en noviembre de 1813, es uno de los combates que se destacan de este período. Entre 1816 y 1818, sin embargo, José Antonio Páez se consolidó como jefe supremo de los ejércitos llaneros. Su carisma era impresionante, y su temeridad, no sólo en la estrategia del combate, sino también en el desconocimiento de la jerarquía de mando cuando lo consideraba necesario, le permitieron ganar adeptos en su escalada hacia la posición de máximo caudillo.
a Venezuela adherida a la «Gran Colombia» había quedado dividida en tres departamentos: Venezuela (provincias de Caracas, Carabobo, Barquisimeto, Barinas y Apure), Orinoco (provincias de Guayana, Cumaná, Barcelona y Margarita) y Zulia (provincias de Maracaibo, Coro, Mérida y Trujillo). En 1821, José Antonio Páez asumió el cargo de comandante general del ejército del departamento de Venezuela, en cuyo ejercicio, lejos de consolidar la unión de la nueva gran república (como deseaba y esperaba Bolívar), acabaría convirtiéndose en el líder del movimiento de separación de Venezuela conocido como «La Cosiata» (cosa pequeña).
El 13 de enero de 1830 Páez estableció un gobierno provisional y convocó elecciones; el 20 de febrero se reunieron las Asambleas primarias que eligieron a los diputados del Congreso Constituyente de Valencia; el Congreso, reunido a comienzos de mayo, nombró presidente provisional de la República de Venezuela a Páez, quien formó gobierno con la camarilla que siempre le había acompañado. Comenzaba entonces la ingente tarea de pacificar y construir un Estado que comprendía un territorio empobrecido y desarticulado de aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados, con una población aproximada de 700.000 habitantes.
El Congreso aprobó una Constitución pactada de corte centro-federal y nombró a José Antonio Páez, en marzo de 1831, presidente constitucional de la República de Venezuela para el período 1831-1835. El caudillo, que sería el eje central de la política venezolana hasta 1847, organizó una nueva oligarquía, hallada entre los antiguos hacendados y dueños de hatos, los generales beneficiados por el reparto de tierras, los comerciantes y la clase mantuana de siempre. Las bases del gobierno, aunque con algunos descontentos, eran medianamente sólidas.
Los últimos diez años de la vida de José Antonio Páez estuvieron nutridos por los viajes que nunca había podido realizar y sus recuerdos, que convirtió en gloria. En su autobiografía evoca instantes como aquellos en Valencia cuando, para agradar a su amada Barbarita, representó Otelo junto a Carlos Soublette; o aquellos otros en que su figura de caudillo se transformaba por instantes en la de un excelente violonchelista.
Después de una larga estancia en Nueva York, todavía tuvo tiempo de visitar Brasil y Uruguay, y de establecerse en Buenos Aires, donde compuso una canción a una niña, intentó negociar con cuero de ganado y fue nombrado brigadier general de la nación por el presidente Domingo Faustino Sarmiento. Regresó a Nueva York, de donde salió nuevamente hacia el sur en febrero de 1872. Cruzó el istmo de Panamá para viajar a Perú, donde fue recibido con honores, y vía México volvió a Nueva York, donde falleció el 6 de mayo de 1873.
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